Cómo usar lenguaje inclusivo sin forzar: guía práctica con ejemplos reales y fuentes fiables

Hablar (y escribir) bien también es cuidar

Cuando aprendemos a hablar de forma más inclusiva, no se trata de “cambiar el idioma” ni de imponer reglas nuevas, sino de aprender a mirar el mundo con otros ojos. Hoy, en una formación sobre diversidad impartida en el marco de mi trabajo, he podido revisar y cuestionar muchas expresiones que usaba sin pensar. Y, sinceramente, me he dado cuenta de que escribir bien también es cuidar. Por eso quiero compartir lo que he aprendido, desmontar algunos mitos que nos bloquean y acercarte herramientas que hacen que hablar con justicia y naturalidad no solo sea posible, sino necesario.

¿Qué es el lenguaje inclusivo (y qué no es)?

El lenguaje inclusivo es una forma de comunicarnos que evita invisibilizar a determinados colectivos, personas o identidades. No se trata de deformar el idioma ni de hablar artificialmente, sino de pensar antes de escribir o hablar, para que nuestras palabras reflejen mejor la diversidad real de la sociedad.

No se trata (solo) de decir "todes". De hecho, muchas veces ni siquiera hace falta usar formas neutras alternativas. Basta con buscar fórmulas más amplias, genéricas o descriptivas: en lugar de "los alumnos", podemos decir "el alumnado", "las personas que estudian" o "el grupo de estudiantes".

Falsos mitos que desmontamos hoy

  • "El lenguaje inclusivo es complicado": en realidad, muchas fórmulas inclusivas son incluso más sencillas. Decir "profesionales del sector" en lugar de "los profesionales y las profesionales" es claro, breve y justo.

  • "Se pierde claridad": al contrario, cuando se usa bien, el lenguaje inclusivo evita ambigüedades y mejora la comprensión. Por ejemplo, "personal técnico" es más preciso que "los técnicos".

  • "Eso no lo dice nadie": cada vez más instituciones, medios y profesionales lo utilizan. No es una moda: es una evolución natural del lenguaje en una sociedad más consciente.

Errores comunes que conviene evitar

  • Abusar del @, la x o la e: "Tod@s", "lxs niñxs" o "todes" pueden tener un uso en contextos determinados, pero dificultan la lectura, la comprensión oral e incluso la accesibilidad para personas con discapacidad visual o cognitiva.

  • Repetir innecesariamente: "Los niños y las niñas, los padres y las madres..." puede volverse farragoso. Mejor optar por términos colectivos: "la infancia", "las familias".

  • Pensar que el masculino genérico incluye a todo el mundo: la experiencia demuestra que no es así. El lenguaje genera imaginarios y lo que no se nombra, se invisibiliza.

Guías prácticas que nos ayudan a hacerlo bien

Dos de las guías más claras, accesibles y respetadas en este ámbito son:

  • Guía de la UPV/EHU para el uso no sexista del lenguaje: proporciona ejemplos reales y soluciones para distintas profesiones y ámbitos.

  • Guía del Gobierno de España sobre comunicación inclusiva: un documento conciso y práctico pensado para el ámbito institucional.

Puedes consultarlas aquí:

Conclusión: hablar con conciencia también es un acto de inclusión

Usar un lenguaje inclusivo no es una moda ni una imposición. Es una herramienta poderosa para construir espacios más justos, profesionales más conscientes y una comunicación más alineada con los valores que decimos defender. Hablar con conciencia es, también, una forma de inclusión.

Y si alguna vez te equivocas, recuerda: lo importante no es hacerlo perfecto, sino estar en disposición de aprender, revisar y mejorar.